Caravaggio: el asesino

Fue un hombre de pocas palabras, a la primera en discordia corría sangre. No había demasiadas vueltas. Michelangelo Merisi da Caravaggio (29 de septiembre de 1571 - 18 de julio de 1610) fue famoso por sus ataques de ira. Revolucionó el arte, se lo considera uno de los primeros artistas barrocos y el creador del tenebrismo; es muy probable que su temperamento haya sido el motivo por el cual quedó olvidado más de cuatro siglos (recién en 1950, luego de muestras monumentales en Nueva York, su obra se adjudicó el lugar que merece). No le temía a nada, hasta fue capaz de burlarse de los altos mandos eclesiásticos en épocas de inquisición. El ejemplo exacto fue su interpretación de la Virgen de Loreto. Generalmente, se la representaba suspendida en el aire, flotando sobre una nube. Caravaggio utilizó como modelo a una conocida prostituta, ella aparece cargando a un bebé muy grande y pesado, apoyada contra el marco de la puerta de su casa humilde porque no soporta el peso. A sus pies, dos ancianos pobres que piden limosna. Los insultos de la curia, era de esperar, estallaron a lo largo y ancho de Roma.

Por fuera de lo artístico los problemas eran aún peores. En 1606 cayó preso por asesinar a dos personas a hachazos. Uno de ellos era un sbirri, nombre con el cual se conocía a los policías romanos. Él ya estaba entre ojos de la justicia: sus peleas, violentísimas, eran cotidianas, igual que los robos y las detenciones. Era respetado en todos los aguantaderos y burdeles de la ciudad. La muerte del policía, de apellido Pascualone, fue un ajuste de cuentas. De esa pudo escaparse, pero a la semana mató a un notario, Rannuncio Tomasoni, por una discusión durante una partida de pallacorda, un juego de pelota. Fue sentenciado a muerte y encarcelado en el Tor Di Nona, la cárcel de la Curia de la Cámara Apostólica. Logró fugarse. Tuvo que huir de Roma, su objetivo siempre fue regresar pero jamás fue perdonado.

En 1610 dos desconocidos, probablemente viejos enemigos, lo asesinaron a golpes en Puerto Ercole. Caravaggio intentaba entrar a Roma silenciosamente, una mala decisión. Tres días después, el papa Paulo V, a propósito, dictó el esperado indulto.

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Imágenes de Caravaggio
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