Renoir: diseñador experto

Pierre Auguste Renoir fue un pintor impresionista, alumno del reconocido Charles Gleyre al igual que Monet, Sisley y Bazille. Era talentoso, pero constantemente recibía críticas de su maestro.

- ¡Auguste! ¡Usted pinta por diversión!-, le recriminaba Gleyre mientras pasaba revista a las imágenes optimistas que concebía el joven artista.
- Puede usted estar seguro de que yo no pintaría si no me divirtiera-, solía responderle con una sonrisa.

Renoir fue uno de los artistas más prolíficos que dio la historia del arte, se le conocen más de cuatro mil obras, número que supera las producciones de Manet, Cézanne y Degas juntas. Ni su avanzada crisis de reumatismo logró detenerlo sobre el final de su vida, se ataba los pinceles a sus dedos paralizados y continuaba trabajando. ¡No se necesitan manos para pintar!, exclamaba a grito pleno.

Una tarde, poco tiempo antes de que quede definitivamente postrado en una silla de ruedas, se acercó a su taller el representante de una famosa marca de perfume francés, con la intención de que le hiciera un dibujo para la etiqueta de una nueva línea. El maestro tomó un papel y una carbonilla y en tres trazos bocetó una figura femenina. El representante no salía de su asombro. Me gusta mucho, cuánto le debo, preguntó. La cifra que pronunció Renoir era similar a la de una propiedad mediana en un barrio de París.

- ¿Cómo le voy a pagar semejante cifra por un dibujo que hizo en cinco minutos?-, volvió a preguntar, esta vez fastidiado.
- Son cinco minutos más sesenta años de experiencia-, le respondió.

El representante regresó a su oficina con las manos vacías. Dicen que pasó largos meses sin hacer preguntas.

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Imágenes de Renoir
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