La vida de un artista y su obra van por caminos separados. Sus viajes por el mundo, sus angustias, sus amores, sus dolores, su locura son datos decorativos, la obra tiene que hablar por sí misma, ninguna aventura la legitima. Aún así, hay historias que es inevitable contar y que ayudan, como el caso de Judith Scott (1943 – 2005), a entender procesos creativos.
Hermanas gemelas. Joyce, perfectamente sana. Judith nació con síndrome de down ineducable. A los seis años, sus padres internaron a Judith en un centro para discapacitados en Ohio (EEUU) bajo la excusa que no podían hacerse cargo de su cuidado. Jamás la fueron a buscar. Pasaron 36 años hasta que su hermana, que nunca se había olvidado de ella, logró localizarla y rescatarla de ese instituto. El reencuentro fue un golpe muy duro, Judith había vivido aislada en una habitación donde la sometían a experimentaciones con drogas psiquiátricas; estaba mal alimentada; era sordomuda y nadie se había dado cuenta; nunca había sido tratada por su enfermedad ni le habían enseñado ningún lenguaje de signos para que se comunicara. Fueron 36 años de torturas y silencio.
A los dos años de haber regresado a su casa, en 1988, Joyce llevó a su hermana al Centro de arte de Oakland para comenzar con un tratamiento alternativo, la idea era estimularla a través de la expresión artística para que se relacione con su entorno. En un principio, sólo hacía garabatos en papel. Hasta que un día le acercaron un ovillo de lana y unas maderas: ese fue el punto de inflexión. Judith comenzó a envolver todo lo que tenía a su alrededor, creaba figuras sorprendentes a partir de los objetos que encontraba, como si fuera un insecto que construye un capullo.
Los profesionales que siguieron el proceso, cuentan que Judith robaba absolutamente todo lo que veía, desde un ventilador hasta un pedazo de cartón o un paquete vacío de snacks, para envolverlo. Adentro de sus esculturas han encontrado hasta un carrito de supermercado, que estaba abandonado y que ella escondió en su habitación para convertirlo en una de sus obras de arte.
Las piezas de Judith fueron creciendo en forma y tamaño, y su fama comenzó a expandirse por todo el país. El psicólogo e historiador de arte John MacGregor escribió en 1999 un conocido ensayo titulado Metamorphosis: the fiber art of Judith Scott donde explica y analiza este caso tan particular, uno de los más paradigmáticos dentro del Art brut. El término Art brut fue concebido por el artista francés Jean Dubuffet en 1945, hace referencia a la expresión artística que no tiene ningún filtro académico, técnico, institucional ni social. Dubuffet asegura que todos los seres humanos tienen un potencial creativo que la sociedad aplasta con sus códigos y normas de comportamiento. Sólo quienes están por fuera de esos márgenes son capaces de realizar obras artísticas puras, sin condicionamientos. Estos artistas, también llamados outsiders, no buscan ser famosos, ni millonarios, ni crear una obra bella. Ni siquiera se preocupan por mostrar lo que hacen. Nada. Sólo expresarse desde lo más profundo.
Actualmente sus obras cotizan en el mercado internacional con precios que alcanzan los 20 mil dólares. Museos de Art brut de Tokio, Dublín y Baltimore, también galerías y coleccionistas privados, se han interesado por sus esculturas. Los directores Lola Barrera e Iñaki Peñafiel filmaron en 2006 el documental ¿Qué tienes debajo del sombrero?, donde cuentan la oscura infancia de Judith y la muestran en pleno proceso creativo.
Descargar
Imágenes de Judith Scott
pass: http://elefantepixelado.blogspot.com/
The Life and Art of Judith Scott – Preview
lunes, 30 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios
3 comentarios:
Increíble.
Este elefante me vuela la cabeza muy seguido...
bien ahí
terrible!!!!
lo vi en el blog de maldita y es terrible!!!
como crea desde la más profunda inocencia... sin ningún factor externo que la condicione el resultado de su obra... pero sí en ella se ve ese progreso..
excelente elefante!
Creo que voy a llorar.
Publicar un comentario