Hasta que un día la naturaleza incluyó más asfalto que campo sembrado, más semáforos que árboles, más metros cuadrados de ciudad que de bosque. Hay quienes dicen [el curador Jeffrey Deitich] que lo verdadero se ha vuelto falso. Lo artificial, la transformación. Aquel paisaje que históricamente había inspirado a los artistas comenzó a ser suplantado por otra naturaleza, de origen conceptual. Y, lógicamente, también tuvo su propio nombre: Naturaleza posnatural.
El artista californiano Walter de María (1935) es uno de los representantes de este movimiento, que se inició a fines de la década de 1980. Su obra comienza veinte años antes, con una producción de esculturas que lo emparentó con la escuela minimalista y el land art. El primer concepto que trabajó está relacionado con la utilización de materiales metálicos, esculturas geométricas a modo de representación de la modernidad, la síntesis y el avance científico. Pero su gran salto creativo se produjo a fines de la década de 1960, cuando comenzó a explorar el paisaje natural como parte y de la obra y no sólo como contexto. En 1969 expuso en Nueva York su famosa escultura Spike Beds, una cama de clavos de acero que serviría como adelanto –al menos en el trabajo de las formas- de las grandas creaciones que llegarían pocos años más tarde.
Ese mismo año, en una exposición individual en la galería Heiner Friedrich de Munich, se ganó la aceptación de la crítica internacional con la instalación Earth Room, una sala en la que introdujo 127 mil kilos de tierra oscura, hasta alcanzar una altura de medio metro aproximadamente. Mientras muchos de sus contemporáneos trabajaban en la reinterpretación de los espacios naturales, de María hizo el proceso inverso: le agregó valor artístico, desde una visión convencional del lugar donde sucede el arte, a un retazo de naturaleza descontextualizada. Una intervención despojada y minimalista sustentada en un material orgánico fundamental para el desarrollo de la vida, en cualquiera de sus formas. Esta misma obra puede visitarse actualmente en el Soho de Nueva York.
En 1977 dio a conocer su máxima creación: The lighting field (1974 – 1977), emplazada en el desierto de Nuevo Méjico. La idea es trabajar en consonancia con los fenómenos atmosféricos. La obra está integrada por cuatrocientos postes de acero inoxidable, terminados en punta, de más de cinco metros de altura, repartidos en una superficie de un kilómetro por 1,6 kilómetros de extensión, a 2200 metros sobre el nivel del mar. Los postes atraen las poderosas y constantes descargas eléctricas que se producen en esa región creando un espectáculo lumínico y acústico de sorprendente intensidad artística. El mismo Walter de María recomienda visitar la obra con tiempo suficiente para apreciarla en acción. Notablemente, se ha generado alrededor de Lighting… un circuito turístico, público de todo el mundo llega para contemplar, permiso escrito mediante, los juegos de luces y estruendos que allí se producen.
Paralelamente al trabajo escultórico, de María tuvo constante participación en la escena del rock y el jazz. La música en su totalidad fue uno de sus laboratorios para la experimentación. En 1964 comenzó a registrar sonidos de la naturaleza que mezcló con tambores rituales; el resultado fue Drums and nature, un disco que propone el sonido del mar y el viento como melodía hipnótica, y que también trabaja el canto de los grillos como arreglo para un standard de jazz.
Otra de sus obras reconocidas es Broken kilometer, de 1979. En total, son quinientas varas de latón pulido, de dos metros de largo y cinco centímetros de diámetro cada una, distribuidas en cinco filas de cien varas. Es decir, una gran vara de un kilómetro de extensión, quebrada, deconstruida simétricamente y expuesta en una sala. El hallazgo es el modo en que de María presenta los objetos: de acuerdo a la ubicación va modificando el espacio de separación entre varas para que se rompa el punto de fuga característico de una perspectiva. El espectador se sitúa frente a la instalación y las varas parecen no respetar las distancias convencionales. Broken… es una de las grandes obras maestras que ha presentado la escena neoyorquina en el último cuarto de siglo.
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Drums and nature
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Representación gráfica - The lightning field
viernes, 30 de abril de 2010
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