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Toshio Iwai

La música era una combinación de sonidos y silencios. Después apareció la tecnología digital; la música sumó elementos tangibles y comenzó a decodificarse en imágenes. El artista japonés Toshio Iwai (1962) motorizó un cambio conceptual que aunó las posibilidades de las nuevas tecnologías con ideas que llegaron desde el cine (la cultura iconocinética) y la interactividad del videojuego. El resultado es una obra con fuerte acento contemporáneo, que por momentos se confunde con un objeto de mercado, pero que significó una novedad en el campo del media art.

Iwai es uno de los máximos exponentes de la escena tecnológica. Sus primeros pasos fueron simples flip-books -cuadernillos que al hojearlos velozmente dan la ilusión del movimiento-. Sus diseños entrecruzados con sus estudios en informática fueron evolucionando hasta que a mediados de la década de 1980 desarrolló su primer videojuego, un software básico que recreaba la imagen de un astronauta que iba dibujando estrellas en el cielo, cada estrella era una nota musical, entonces el usuario podía componer una pieza simple. Poco tiempo después, en 1987, desarrolló el famoso videojuego Otocky, en sociedad con ASCII Corporation, fue el primero en utilizar procedimientos de programación para música generativa. Incluso contaba con un editor musical para que el usuario pueda componer libremente sus propias melodías.

Para comienzos de la década de 1990 su nombre ya era famoso en todo el mundo. Marcas de primera línea en el desarrollo de tecnología, como Nintendo y Yamaha, le ofrecieron financiar sus trabajos. Así apareció, por ejemplo, El electroplanckton, un juguete musical que al mismo tiempo es una pieza de arte sonoro interactivo. La metodología es simple: son diez partículas de plancton digital en un fondo marino, se accionan con un lápiz óptico y se van interconectando musicalmente.

En 1994 expuso en Inglaterra la pieza Resonance of 4, una instalación audiovisual interactiva que le permite crear una composición musical a cuatro personas. A través de un mouse, los usuarios van ubicando puntos proyectados como imagen que crean una línea melódica. La experimentación de esta obra no es sólo su concreción musical sino también encontrar un patrón de resonancia en la mente de quienes están interactuando.

Un año después realizó una experimentación sonora junto con Ryuchi Sakamoto, titulada Music Plays Images x Images Plays Music, que se convirtió en un clásico del arte interactivo. Conformaron un dúo de piano e imágenes a través de tecnología de última generación; miembros del público accionan una rueda de desplazamiento para dibujar puntos sobre una proyección y sobre el teclado de un piano de cola. Una computadora ejecuta la nota correspondiente y proyecta una imagen que se va transformando a medida que la melodía va tomando forma. El efecto sonoro y visual es sorprendente. Además, Iwai puede sugerirle una melodía a Sakamoto, y Sakamoto puede sugerirle una imagen a Iwai.

Uno de sus proyectos más exitosos es el Tenori-On, lanzado al mercado en 2007. Se trata de un panel de LEDs sonoros que se programa manualmente y brilla mientras genera el sonido. Algo muy parecido en su funcionamiento al dispositivo digital llamado Tone matrix. El Tenori-On se acciona deslizando los dedos sobre las luces para crear notas y ráfagas de sonido. A través de las distintas funciones, se puede variar de ritmo, de instrumentos y de frecuencia. Es un instrumento completamente electrónico y su ejecución es simple e intuitiva.

Toshio Iwai – Proyectos, música tangible

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