El artista inglés Usman Haque caminaba por un parque en busca de señal para su teléfono celular; se detuvo, miró el cielo y comenzó a imaginar qué sucedería si las señales electromagnéticas que cruzan el mundo se pudieran ver. Las de radio, las de televisión, las de internet y las de su propio móvil. Imaginó un cuerpo ondulado, algo parecido a una sucesión de planos entrecruzados, volumétricos e intermitentes. Así apareció el primer boceto de Sky Ear, una de sus obras cumbre.
El concepto, plenamente contemporáneo, es hacer visible lo invisible: presentar en forma explícita el funcionamiento de las realidades no tangibles. Sky Ear es una nube conformada por mil globos inflados con helio que emite un destello multicolor a medida que varían los campos electromagnéticos. Las variaciones son controladas por los mismos espectadores; es decir, con sus propios teléfonos celulares llaman a la nube, esto genera una alteración electromagnética que se visualiza en una impactante fluctuación de colores; además se pueden escuchar los sonidos que producen estos cambios. La nube flota en el cielo, a casi 100 metros de altura.
Sky Ear puede enmarcarse dentro de una búsqueda arquitectónica que cuestiona los espacios que genera la cultura digital. En la actualidad, pensar un espacio no es sólo diseñar estructuras monumentales y estáticas, sino encontrar una armonía entre los espacios duros [hard spaces] y los espacios dinámicos [soft spaces], que suelen ser invisibles pero que están necesariamente presentes.
Cada uno de los globos está equipado con sensores que se alteran ante cualquier cambio electromagnético en la atmósfera, desde una señal de control remoto de un garage hasta una estación de radio. Al reunir un grupo de espectadores que genera modificaciones, la nube brilla en todo su esplendor. Cada luz está construida en base a un moderno circuito de seis luces de led que se van combinando para generar millones de colores. Los globos se intercomunican entre sí con rayos infrarrojos, lo que permite emitir nuevas señales y crear patrones más grandes a medida que suceden los cambios electromagnéticos. Cada globo está sujeto a una estructura liviana de fibra de carbono de 25 metros de diámetro, atada a tierra por seis cables ultra resistentes. La altura donde viaja la nube depende de las condiciones meteorológicas. Cada presentación dura entre tres y cuatro horas.
Otro punto interesante es el sonido en tiempo real que se genera con los cambios, que son ruidos que potencialmente siempre están en la atmósfera pero que no son amplificados, entonces se pierden. En este caso se pueden escuchar por el auricular del móvil: silbidos, golpes, distorsiones y descargas que sólo en días de tormenta eléctrica se hacen presentes por su intensidad
Sky Ear fue lanzada al aire por primera vez en septiembre de 2004, en el Parque de Greenwich de Londres. Luego se puso en acción en distintas ciudades de Europa, entre ellas Fribourg (Suiza) y Berlín (Alemania).
Dentro de la misma línea, aunque con un concepto distinto, Haque desarrolló recientemente el proyecto Control.Burble.Remote: un cuerpo de dimensiones monumentales, también construido con globos que modifican su color, con la diferencia que los espectadores debían llevar los controles remoto de los artefactos de su propia casa para generar los cambios. El sistema reconoce los rayos y lo expresa con luces de led intermitentes.
Usman Haque - Control.Burble.Remote
domingo, 13 de febrero de 2011
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1 comentarios:
Sorprendente, señor elefante, a ver si estas cosas se difunden un poco más.....
.......
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