Uno pasa caminando por enfrente de la instalación E13 000625, de Alberto Tadiello, y siente que el cuerpo le tiembla. No es la emoción. Son las frecuencias sonoras. La vibración comienza con fuerza en la base del estómago y se extiende a los brazos, las piernas y la cabeza. Es tan fuerte la sensación que los trabajadores del Centro de cultura contemporánea Strozzina, donde se está desarrollando la exposición Emerging Talents 2011, dedicada al arte joven italiano, pidieron que la apaguen. Al parecer, caminan cerca constantemente y se cansaron de que les tiemble hasta los dientes.
Esta pieza está inspirada en los primeros prototipos de armas sónicas, puntualmente en los denominados Ejércitos de sonido que Japón pensó utilizar durante la Segunda Guerra Mundial para derribar aviones haciendo uso de una onda de radio hiper intensa. A diferencia de las armas acústicas de la actualidad, eran armas reales, pero nunca fueron activadas. Las imágenes de aquellos dispositivos le generaron fascinación a Tadiello, de allí extrajo el concepto general y un boceto del diseño. El E13 000625 se parece a dos cañones que se asoman colgantes desde la pared, transmiten una atmósfera de peligro, se podría decir violenta. Está fabricado en base a un soporte eléctrico, cuernos de goma y plástico, cables, transformadores, soportes metálicos y tirantes de acero. Todos materiales convencionales.
La obra emite un sonido gutural, de muy baja vibración, que se expande en todos los sentidos, tanto desde la especialidad como desde la acústica. De hecho, el sonido sucede en el espacio y esa condición queda muy en claro. El sonido toma presencia física, como si fuera una escultura invisible. Es un arma que apunta hacia abajo, oscura y misteriosa, titulada con un código que apela a la identificación de las bocinas que utilizan los automóviles: una referencia inmediata a la contaminación acústica que invade los grandes centros urbanos contemporáneos.
La propuesta de Tadiello se concreta en un mundo no-virtual, tangible por excelencia, donde la tecnología genera una circunstancia perceptiva profunda. Además, se vale de la interactividad, el sonido comienza cuando un espectador se ubica enfrente de la pieza. La obra sucede en la línea intermedia que divide al hombre de la naturaleza modificada por la técnica. La intención es recuperar la relación con lo real a través de un cambio de conciencia, donde la construcción de la espacialidad vaya un paso más allá de lo visible, sin perder inmediatez. Es una sensación imposible de evitar, que toma por asalto incluso al público distraído o desinteresado. No hay forma de quedar afuera.
Desde el punto de vista político, la investigación del artista no se proyecta en el futuro con un tono revolucionario, sino que alumbra un pasado en movimiento para inspirar posibles y próximos escenarios tecnológicos. Habla de un arte que difícilmente puede diferenciarse de las cuestiones técnicas, y explota al máximo la idea de transferir o compartir energía. Otro punto de análisis interesante es que, a diferencia del grueso de la producción contemporánea, no sitúa a la tecnología como un fin en sí mismo, la utiliza para manipular el contexto y disparar -nunca tan acertado el verbo- metáforas acerca del intercambio constante entre los fenómenos naturales y los mecanismos artificiales.
Alberto Tadiello es una artista joven que ya había conseguido reconocimiento con su obra EPROM (2009), una serie de cajas musicales que generó muy buena aceptación en el microuniverso del arte contemporáneo europeo. La búsqueda de Emerging Talents 2011, tal cual dice el nombre, es reflexionar, con una visión moderna y particular, acerca de la sociedad, las comunicaciones y los constantes avances tecnológicos, pero desde un enfoque que problematice la noción de identidad.
Los organizadores de la exposición explican que la denominada Sociedad en red es una redefinición de las fronteras sociales y de las identidades colectivas: da forma a los hábitos, actitudes, deseos y necesidades, así como a los valores. El cuerpo físico se extiende al establecer relaciones reales a través de, por ejemplo, Internet. Existe hoy un yo-virtual constantemente conectado, casi automatizado, a un sistema que lleva la cuenta de lo que se hace, con quién se habla y dónde se encuentra. La web 2.0, tan interactiva y omnipresente, se ha hecho cargo de la vida cotidiana, sobre todo para las generaciones más jóvenes. En ese marco se desarrolla la fuerza conceptual de E13 000625, una obra que recupera el espacio escultórico del sonido, trabaja la invisibilidad y profundiza la exploración de códigos universales.
viernes, 23 de marzo de 2012
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