Desde la espacialidad llegó a la palabra. El cuerpo humano es el epicentro de las creaciones de Jaume Plensa (1955), primero con sus esculturas antropomórficas, después con letras y palabras que funcionan como imagen de las células de su conformación biológico-social. El individuo, su integridad: consecuencia: la sociedad.
Plensa se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, y aunque es español, su obra mayoritariamente es valorada en Estados Unidos y Japón. En un primer momento, principios de la década de 1980, se volcó a trabajar metales –casi todos elementos recuperados-, desarrollaba esculturas en base a ensamblajes, fundición y cortes. Gran parte de las técnicas que empleó las había adquirido en su juventud, en un taller mecánico. La temática en aquellos años tenía que ver con el ser humano y su entorno natural, puntualmente lo que está relacionado con el mundo mineral y las piezas más rígidas de la naturaleza.
Lentamente fue incluyendo la luz, hasta convertirla en el elemento protagónico. Lo mismo sucedió con las palabras, fueron apareciendo como fragmentos de poesías, y de a poco tomaron vuelo conceptual para hablar sobre la composición más íntima del hombre como individuo y como integrante de una sociedad compleja y heterogénea. “Tengo la sensación de que las palabras quedan flotando, que nos van tatuando como una tinta invisible y de pronto alguien lee en tu piel y pasa a convertirse en tu cuerpo, en tu amante. Me maravilla que la letra, que no dice nada, forma una palabra, luego un texto y al final toda una cultura”, dice el artista.
Su instalación Wispern (2005) está integrada por 44 címbalos, en cada uno aparece una frase extractada de Proverbios del infierno, del escritor inglés William Blake. Plensa ubica recipientes llenos de agua que se va evaporando y condensando sobre el metal de los platillos, esto produce un goteo que deviene en una música tenue, muy parecida a un susurro. El efecto inmediato de Wispern es generar silencio para poder apreciarla en su totalidad. El artista tiene en cuenta el diámetro de los címbalos y la cantidad de agua que se desliza por su superficie, pero es innegable que las posibilidades rítmicas están atadas al azar, lo cual hace a la instalación aún más interesante. Wispern, en su constante funcionamiento y oxidación, habla de la vida y el arte, de su generación, su curso y su final.
Además de sus esculturas e instalaciones, Plensa tiene una amplia producción de dibujos y collages, obras en dos dimensiones que están en conexión directa con el concepto que lo identifica; también las interviene con palabras en relieve y se centran en la existencia humana desde una visión poética.
Otro eje de acción fuerte es la escultura pública. Probablemente, su obra máxima sea The crown Fountain (2004), emplazada en el Millennium Park de Chicago. Esta fuente consta de dos torres de vidrio y granito de quince metros de altura, cubiertas en su superficie de luces de LED (light-emitting diodes), donde se proyectan rostros en primerísimo primer plano de distintos ciudadanos de Chicago. Se calcula que hay más de mil imágenes capturadas que van rotando aleatoriamente. El costo de construcción estuvo cerca de los 17 millones de dólares.
Al igual que en las antiguas fuentes donde los personajes inmortalizados en piedra lanzan agua por la boca, el artista adaptó la tecnología LED para que los rostros que se proyectan, de un momento a otro, abran la boca y lancen agua. La fuente funciona desde primavera hasta otoño, por cuestiones meteorológicas. Las imágenes permanecen rotando durante todo el año. “Una fuente es la memoria de la naturaleza, este maravilloso sonido de un riachuelo en las montañas traducida a la ciudad. Para mí, una fuente no significa un gran jet de agua. Esto significa que la humedad, el origen de la vida”, escribió Plensa sobre The crow fountain.
Jaume Plensa – The crown fountain
Plensa se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, y aunque es español, su obra mayoritariamente es valorada en Estados Unidos y Japón. En un primer momento, principios de la década de 1980, se volcó a trabajar metales –casi todos elementos recuperados-, desarrollaba esculturas en base a ensamblajes, fundición y cortes. Gran parte de las técnicas que empleó las había adquirido en su juventud, en un taller mecánico. La temática en aquellos años tenía que ver con el ser humano y su entorno natural, puntualmente lo que está relacionado con el mundo mineral y las piezas más rígidas de la naturaleza.
Lentamente fue incluyendo la luz, hasta convertirla en el elemento protagónico. Lo mismo sucedió con las palabras, fueron apareciendo como fragmentos de poesías, y de a poco tomaron vuelo conceptual para hablar sobre la composición más íntima del hombre como individuo y como integrante de una sociedad compleja y heterogénea. “Tengo la sensación de que las palabras quedan flotando, que nos van tatuando como una tinta invisible y de pronto alguien lee en tu piel y pasa a convertirse en tu cuerpo, en tu amante. Me maravilla que la letra, que no dice nada, forma una palabra, luego un texto y al final toda una cultura”, dice el artista.
Su instalación Wispern (2005) está integrada por 44 címbalos, en cada uno aparece una frase extractada de Proverbios del infierno, del escritor inglés William Blake. Plensa ubica recipientes llenos de agua que se va evaporando y condensando sobre el metal de los platillos, esto produce un goteo que deviene en una música tenue, muy parecida a un susurro. El efecto inmediato de Wispern es generar silencio para poder apreciarla en su totalidad. El artista tiene en cuenta el diámetro de los címbalos y la cantidad de agua que se desliza por su superficie, pero es innegable que las posibilidades rítmicas están atadas al azar, lo cual hace a la instalación aún más interesante. Wispern, en su constante funcionamiento y oxidación, habla de la vida y el arte, de su generación, su curso y su final.
Además de sus esculturas e instalaciones, Plensa tiene una amplia producción de dibujos y collages, obras en dos dimensiones que están en conexión directa con el concepto que lo identifica; también las interviene con palabras en relieve y se centran en la existencia humana desde una visión poética.
Otro eje de acción fuerte es la escultura pública. Probablemente, su obra máxima sea The crown Fountain (2004), emplazada en el Millennium Park de Chicago. Esta fuente consta de dos torres de vidrio y granito de quince metros de altura, cubiertas en su superficie de luces de LED (light-emitting diodes), donde se proyectan rostros en primerísimo primer plano de distintos ciudadanos de Chicago. Se calcula que hay más de mil imágenes capturadas que van rotando aleatoriamente. El costo de construcción estuvo cerca de los 17 millones de dólares.
Al igual que en las antiguas fuentes donde los personajes inmortalizados en piedra lanzan agua por la boca, el artista adaptó la tecnología LED para que los rostros que se proyectan, de un momento a otro, abran la boca y lancen agua. La fuente funciona desde primavera hasta otoño, por cuestiones meteorológicas. Las imágenes permanecen rotando durante todo el año. “Una fuente es la memoria de la naturaleza, este maravilloso sonido de un riachuelo en las montañas traducida a la ciudad. Para mí, una fuente no significa un gran jet de agua. Esto significa que la humedad, el origen de la vida”, escribió Plensa sobre The crow fountain.
Jaume Plensa – The crown fountain
2 comentarios:
Estuve en Chicago. Es imponente esta escultura. Algunos dicen que está fuera de escala por su entorno urbano, pero, sinceramente, no molesta en lo más mínimo. Hermoso texto sobre Plensa.
ja. y algunos que dicen que ya no hay csoas nuevas...
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