Ya nadie puede decir que sabe de música, eso era antes, cuando los discos llegaban a cuentagotas, cuando eran algunos miles, hoy son poco menos que infinitas las posibilidades de descubrir grupos y estilos. Saber de música hoy significa saber escuchar; el artista comienza a construirse con el ejercicio de la contemplación. Para ser músico, primero, hay que hacer una pausa y abrir bien las orejas. Entonces sí comienza la aventura.
Un viaje, entre tantos: post-rock, género poco consultado, donde la experiencia musical se vive en las texturas sonoras, casi no hay letras, hay, sí, una estructura, difusa, como si uno pudiera acostarse a descansar entre una montaña de sonidos. Los marplatenses luzparís siguen ese itinerario, su reciente disco Tierra de conejos expone un trabajo que se explica por sí mismo, presenta canciones como si fueran cualquier otra cosa, por fuera de pretensiones épicas, aún cuando el concepto general es más interesante que la búsqueda estilística.
Luzparís se anima con un monstruo famélico, dispuesto a devorar a cualquier principiante que intenta dar batalla con su guitarra y su ejército de pedales y laptops. Es muy fácil creerse el loquito de la revolución. Antes que nada el buen gusto, por ahí anda la clave de Tierra… El género no es un hallazgo, ya se hizo y muy bien (léase Mogwai, God is an astronaut, etc.), sin embargo es un disco que se compara holgadamente con cualquier otra gran obra del estilo.
Las melodías, por coherencia estilística, avanzan sin detenerse, como una cuerda que se estira, se corta y se vuelve a unir. Son cinco músicos, tres guitarristas (formación bien arriesgada) que se justifican, se dan aire el uno al otro sin abusar de efectos; un baterista que toca tan ajustado que sorprende, y un bajista que construye un muro de contención de la medida exacta. Aún así, el secreto parece estar en el uso de los silencios. Hay miles de ruiditos, voces de caricaturas, fragmentos de películas, también un violín y un sintetizador. La verdadera tierra de conejos existe detrás, donde suceden los sonidos de una sociedad contemporánea atravesada por la cultura descartable, por lo berreta, por el humor fácil, el disco representa conceptualmente el descaro de filtrar lo cotidiano por los artilugios de la creatividad. Y crear entonces una pieza artística.
En rigor de términos, es el segundo disco de luzparís, el primero fue Dormir con el ruido de la lluvia (2006), donde la esencia es completamente distinta: Dormir… es una colección de canciones reunidas y ordenadas; Tierra… es un concepto preciso, muy pulido, es uno de esos discos donde se nota que había más ideas que las que finalmente decidieron utilizar, lo cual hace a una obra cuidada de principio a fin, sin puntos débiles ni pasajes edulcorados.
Desde el inicio (en total son 8 temas, 43 minutos 45 segundos) queda en claro que la búsqueda, aún tratándose de un disco instrumental, no tiene nada que ver con una estética oscura ni con un mensaje críptico. Son canciones cortas y directas que trazan una línea sensorial. Todo el esfuerzo, desde lo compositivo, está ubicado en el sentido (hay un corpus definido) y en el sonido. Especialmente en el sonido.
Es verdad, no se puede hablar de mejores ni peores, hay tanta música que sólo se puede hablar de distintos. Cada cual en su género, cada cual en su discurso. Luzparís se alista en el post-rock y consigue una obra admirablemente actual.
Descargas
Tierra de conejos (2009)
Dormir con el ruido de la lluvia (2005)
Tierra de conejos
1 comentarios:
el sentimiento de que ésta es una GRAN banda de Mar del Plata es compartido. Me gustó el post. c.
Publicar un comentario