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arte contemporáneo - biografías inéditas - ensayos


Britta Riley y Rebecca Bray


La orina lastima el medioambiente, genera la proliferación de algas acuáticas dañinas, además suelta compuestos farmacológicos que el cuerpo humano no metaboliza. Incluso suele mezclarse con el agua que se consume en las ciudades que no tienen un tratamiento adecuado en su red cloacal. Las artistas Britta Riley y Rebecca Bray asumen el desafío de darle una respuesta a esta situación, pero sin grandes despliegues estructurales. Su obra drink.pee.drink.pee.drink.pee. consiste en un dispositivo simple que convierte la orina en agua potable; la intención es exponer un procedimiento creativo e interactivo, donde los espectadores tomen conciencia de las consecuencias medioambientales de algo tan cotidiano como hacer pis y visualicen soluciones que están al alcance de su propia mano.

La instalación invita a sentarse en un inodoro, frente a una bebedero: entremedio sucede el proceso de purificación. Todos los elementos están conectados por caños transparentes, uno va hacia un acuario donde se pueden observar las consecuencias de verter el orín en el agua, otro va hacia una caja donde se produce el tratamiento, y de allí directo a la fuente donde brota transformada en agua potable. Las artistas explican que han creado una obra que ilustra un ciclo de agua, un ecosistema que está sujeto a los residuos personales. La puesta está acompañada con talleres breves -una clara postura política-, donde explican cómo transformar la orina en fertilizantes para plantas de interior.


Drink.pee se inspira en la participación de la comunidad, del mismo modo que el advenimiento de la web 2.0 cambió la lógica de producción de contenidos en Internet. Riley y Bray buscan trabajar junto con la mayor cantidad de gente posible, a partir de la simplificación de avances científicos complejos. Es una forma de proponer, desde el arte, la creación de medios participativos. “Aunar la contribución de todos es pensar un movimiento ambiental serio y sustentable”, sostienen.

El concepto de la obra se completa con un kit titulado DYF (Do it yourself) que está a la venta -para ser más exactos se vendía, ya no lo están produciendo, la altísima demanda superó la capacidad de producción-, que contiene los compuestos necesarios para purificar los desechos. Este kit de mano permite la experiencia personal de manipular una reacción bioquímica y colaborar con el cuidado del equilibrio medioambiental.


Las artistas apuntan que la experiencia directa del espectador lo enfrenta con su propia naturaleza, lo desnuda en su estado más vulnerable, en un plano escatológico que intenta esconder día a día. En drink.pee el humano no sólo se sustenta como individuo sino que se sumerge en una reflexión, en un experimento ontológico que le alumbra un camino y una responsabilidad sobre su entorno natural y artificial. El humano retorna científicamente hacia la naturaleza, sus propias sustancias, sus desechos, se convierten ahora en alimento y en un futuro sustentable.    

La instalación se presentó en museos y galerías de Nueva York y Chicago. También participó en la Bienal de Venecia.

Dentro de la misma línea, el grupo está desarrollando el proyecto Windowfarms, que consiste en enseñarle a los habitantes de grandes centros urbanos a aprovechar el espacio de sol que tienen en sus propias casas, por ejemplo en la superficie vidriada de las ventanas. “Fomentamos una visión microcósmica del sistema alimentario, incentivamos la participación y la discusión para abordar nuevas ideas sobre cómo cuidar el planeta en tiempos difíciles”, dicen Riley y Bray.


La obra es, básicamente, instrucciones para construir jardines verticales, capaces de producir alimentos durante todo el año. También hay kits en venta, pero la intención no es generar ingresos, sino divulgar los conocimientos necesarios con una intención artística. Hacer del know-how la obra de arte. Windowfarms se basa en un método conocido como Hidroponia, que utiliza soluciones minerales en lugar de suelo agrícola. Las raíces de las plantas cultivadas reciben los nutrientes disueltos en agua, en un medio inerte como arena lavada, grava o perlita. Es decir, es aplicable a cualquier contexto geográfico, mientras tenga un clima apropiado en el interior de la casa.

“Estamos contribuyendo a la Revolución verde, como los no expertos. Es una investigación y un desarrollo por sí mismo. Estos sistemas verticales son pruebas técnicas y una base de conocimiento compartido en torno a las muchas variables implicadas en la construcción y el mantenimiento de una granja dentro de un apartamento en la ciudad. Y ya somos 12 mil que tomamos el compromiso en todo el mundo”, agregan las artistas.

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