La polémica fotografía de Bob Marley fumando un porro fue en realidad un plan b. La tapa original de Catch a fire (1973) –actualmente convertida en un carísimo objeto de colección– tenía la forma de un encendedor estilo Zippo: la caja se abría con una bisagra sobre el borde izquierdo y tenía una llama que protegía el vinilo. El problema fue que los costos de fabricación eran demasiado altos, especialmente porque el ensamblaje debía hacerse a mano. Se editaron unos veinte mil con ese formato, creado por los diseñadores Rod Dyer y Bob Weiner; poco tiempo después, para abaratar costos, se optó por la imagen del porro.
La autora de la portada fue la fotógrafa Esther Anderson, una muy bonita mujer que cada tanto vivía aventuras amorosas con Marley. Se dice que era la única que constantemente lo regañaba por tener tantos hijos. Era de origen mestizo, muy inteligente y de gran talento detrás de la cámara. Ella acompañó a Bob y a los Wailers durante las giras entre 1972 y 1974. No sólo se encargó de hacer ese primer plano con semejante cohete en la boca, también hizo un seguimiento de las presentaciones en vivo y las fotos para los pasaportes de todos los músicos, encuadres cortos en blanco y negro que integraron una serie que también pasó a la historia por su sencillez y contundencia. La serie fue incluida en el arte del disco Burnin’, donde curiosamente no figura el nombre de ningún músico, sólo las imágenes.
Anderson era actriz. Desde muy joven cautivó a los hombres con su belleza, con apenas 15 años, en 1960, fue nombrada Miss Jamaica. Su temperamento y sus convicciones eran fuertes, al punto que generaba un cortocircuito con los deseos de Marley. Él no toleraba que no quisiera tener hijos. Y menos que menos toleraba su fama como mujer bonita.
La foto fue tomada cerca de las diez de la mañana un día de sol pleno. Ella le pidió que se sacara la camisa, le gustaba el color oscuro de su piel, además, la ropa le generaba un reflejo incómodo para lograr la toma que estaba buscando. Utilizó una película Kodak Ektachrome para aportarle una textura dorada. Más tarde, esa misma película se convertiría en un sello característico de las fotografías de Anderson y de la iconografía reggae, con sus colores saturados y marcadamente vivos.
Hay un buen puñado de anécdotas que ilustran la relación que mantuvieron. Por ejemplo, en un viaje que hicieron a Negril a fines de 1973, la policía los detuvo para hacer una requisa. Buscaban estupefacientes o armas de contrabando. Esther y Bob iban en auto, obviamente llevaban una abundante cantidad de hierba. Pensaban quedarse unas semanas en una casa que Marley había comprado en ese pequeño pueblo de Jamaica. No les quedó opción, tuvieron que bajarse y dejar que la policía llevara adelante la inspección. Para sorpresa de Marley, no les encontró nada, les pidió la documentación por rutina –estaba todo en orden– y les permitió continuar. Esther, muy despierta ella, vio el operativo trescientos metros antes. La marihuana salió disparada por la ventanilla. No se supo si después volvieron a buscarla, pero sí que esquivaron un problema serio con la ley. En aquella época eran comunes los acribillamientos por ese tipo de infracciones. La milicia no mediaba palabra, y menos a mitad de camino en una ruta inhóspita. De esa experiencia surgió el primer corte del disco Natty Dread, una canción titulada en primera instancia Roadblock [Carretera cortada], más tarde rebautizada como Rebel music.
Gran parte de las imágenes que Anderson capturó en aquellos años –tanto fotografías como filmaciones en formato Súper 8– fueron utilizadas para la realización del documental Bob Marley: The Making of a Legend, editado en 2011. El material es de alto valor artístico. Las tomas estuvieron perdidas durante casi tres décadas y fueron encontradas por casualidad. El director Jeremy Marre se acercó a entrevistar a Esther para un documental que estaba produciendo titulado Rebel Music. Entre las cintas que iba a utilizar había muchas que en realidad le pertenecía a ella. Fue así que surgió la idea de armar este documental que recorre los años formativos de The Wailers. El punto de vista propone un análisis sobre el cambio perceptivo de los músicos y del movimiento rastafari. Bob Marley está reflejado como un músico brillante, en el camino de convertirse en una leyenda.
0 comentarios:
Publicar un comentario