Ellos querían una imagen similar a la del álbum Meet the Beatles! de 1964. Las cuatro caras y el fondo oscuro. Una portada en crudo, pura actitud. Los Ramones ya tenían las canciones grabadas para su álbum debut, eran catorce, siete por lado: 29 minutos y 4 segundos de punk rock. La discográfica Sire Records contrató un equipo de fotógrafos profesionales para hacer las tomas, pagó cerca de dos mil dólares por la sesión, pero los resultados fueron estrepitosos. No lograron hacer una sola imagen acorde a lo que buscaban. Demasiado artísticas o directamente impresentables para un disco que había nacido entre los graffitis del escenario del CBGB. El plan b fue una casualidad y llegó en manos de Roberta Bayley, fotógrafa de la revista Punk.
Antes de ser la editora de fotografía de Punk, Roberta había trabajado informalmente con casi todas las bandas que pasaron por el CBGB, cobraba las entradas o hacía de asistente. También sacaba fotos, claro, las vendía en la puerta para hacerse un ingreso extra. El punk se había convertido en moda under y los dueños del lugar, a mediados de 1974, decidieron contratarla para que registrara todas las presentaciones. Sueldo fijo, un día libre a la semana. Para la revista, Roberta era una pieza clave, estaba en el corazón de la escena, donde sucedía todo: Richard Hell, Debbie Harry , Patti Smith, Television, Iggy Pop y, lógicamente, Los Ramones.
Una tarde de febrero de 1976, mientras Los Ramones estaban en plena grabación del disco, Roberta los convocó para hacer una fotos, que, según le habían dicho, serían para ilustrar una entrevista en página central. La tapa sería una caricatura de Joey realizada por John Holmstrom, en ese momento editor de la publicación. Fueron hasta un pequeño callejón en East Second Street, a pocos metros de The Bowery, sobre la zona sur de Nueva York. Ahí mismo posaron, apoyados sobre una pared de ladrillos pintarrajeada con aerosol. Ni Joey ni Johnny ni Dee Dee ni Tommy se esforzaron demasiado, se pararon, miraron a cámara y listo. Camperas de cuero, flequillo, jeans rotos. Las manos en los bolsillos. Las fotos se publicaron en la tercera edición de Punk, en abril de ese mismo año.
Pocos días después, el manager Danny Fields comenzó a rastrear a todos los fotógrafos que habían retratado a la banda. El lanzamiento del disco era inminente y todavía no tenía la portada definida. Ahí apareció Roberta con copias del grupo tocando en vivo y con la sesión de East Second Street. Sin dudar un segundo, Fields eligió la que finalmente utilizaron. –¡Esta!– dijo a los gritos. Le ofreció a Roberta un cheque por 125 dólares. Ni un centavo más. Ya habían desperdiciado un dineral en la sesión fallida, cuando quisieron copiar a los Beatles. El disco, en total, requirió una inversión de 6500 dólares. El diseño de la tapa y la elección de la tipografía estuvo a cargo del artista Arturo Vega.
The Ramones, ese fue el título. Salió a la venta el 23 de abril de 1976. No fue un álbum que alcanzó éxito inmediatamente, sí se convirtió en un disco de culto para los fans y para el público que ocasionalmente visitaba la escena punk rock neoyorquina o inglesa. Actualmente es un clásico, la portada figura entre las 100 mejores de la historia del rock. No sólo influyó a otros grupos punk rock para que definieran su imagen, además fue determinante en la estética propia de la banda. En otros trabajos, por ejemplo en Rocket to Russia, el tercero, de 1977, buscaron la misma línea. En esa oportunidad, posaron frente a la puerta trasera del CBGB. La foto fue realizada por Danny Fields.
Roberta Bayley regresó al callejón de East Second Street pocos años después, durante una entrevista que le hicieron para un documental sobre el grupo. En 1977, el callejón se convirtió en un pequeño parque comunitario; los vecinos lo apodan Joey Ramone Place. Cuando llegaron se encontraba tan sucio y descuidado que tuvieron que mover bolsas de basura y pedazos de escombros para que quede más o menos reconocible.
Roberta Bayley regresó al callejón de East Second Street pocos años después, durante una entrevista que le hicieron para un documental sobre el grupo. En 1977, el callejón se convirtió en un pequeño parque comunitario; los vecinos lo apodan Joey Ramone Place. Cuando llegaron se encontraba tan sucio y descuidado que tuvieron que mover bolsas de basura y pedazos de escombros para que quede más o menos reconocible.
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