
Pese a las adversidades, decidieron echarle una mano al tío Pablo. Asunta preparó en la bañera del departamento unos quince litros de vermouth. Receta familiar. Eran épocas de ley seca, vender alcohol era un delito en los Estados Unidos. La restricción elevaba la cotización sideralmente, pero alguien tenía que correr el riesgo. Una noche decidieron llevarle el cargamento a Pablo; Vicente iría en moto con las botellas en el sidecar. En la esquina exacta de la casa cumplía con su turno un policía irlandés, aunque conocido de la familia, era mejor que no haga preguntas. Entonces fue necesaria la ayuda del pequeño Astor. Se sentó arriba de los envases, se tapó con una manta y salieron a la calle. Eran casi las nueve y media de la noche. El irlandés los vio pasar y saludó con una reverencia. Misión cumplida.
1 comentarios:
Una historia desconocida. Muy buena
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